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CHANCLETAS DE RÂMAKRISHNA Rubén Cedeño Libro: "Santana Dharma".

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CHANCLETAS DE RÂMAKRISHNA

Rubén Cedeño
Libro: "Santana Dharma".
Nadie me va a creer, que me eche todo un largo viaje hasta Calcuta a Dakshinewar, por un par de chancletas viejas.
Si, así como se están enterando, con todas sus letras. Resulta que inauguraron un museo en Dakshineswar con objetos personales de Râmakrishna, y algunos de sus estudiantes, entre ellos de Vivekânanda y me entere que exponían un par de chancletas de Ramakrishna. Cuando vi la foto de la chacletas de Râmakrishna, me conmovió mucho, por aquello de estar “…a los pies del Maestro”. Los zapatos del Maestro, que en este caso, chancletas, son coberturas de sus pies y algo que uno siempre debe tener presente, es jamás osar subir mas allá de las plantas de los pies, zapatos o chancletas del Maestro. Esto es salvaguardarse en la humildad y mientras mas capaz, brillante y temerario sea o se crea el discípulo, mas debe doblegarse a si mismo ante el maestro, y si es que no tiene maestro, aunque sea para sentirse nada delante de alguien, se lo debe buscar. Esto es importante, muy importante. Una caída, por creerse aunque sean mas arriba de las suelas de los zapatos del Maestro, es mortal, si no, fíjense en la vida e historia de todos los que se han creído mas y se han supuestamente independizado, que no llegan ni a cordones de zapatos.
Ya, dentro del museo, no encontraba las chancletas de Râmakrishna, que desesperación. Le pregunte a uno de los guardias pidiéndole que me llevara a donde estaban. He sabido de una amiga que lloro ante el cuadro de “El Nacimiento de Venus” de Boticelli en la “Galleria degli Uffizi en Florencia”; Vaisman lloro cuando escucho en persona cantando en un concierto de lieder en Alemania a Dietrich Fisher Discau, todo eso esta mas que justificado por razones mas que esteticas. Pero lo que le paso a mi persona, no tiene calificativo, que al ver el par de chancletas viejas y arrugadas de Râmakrishna, me pusiera a llorar desconsoladamente, como el mas perfecto de todos los idiotas, eso ni persona misma me lo podía creer. Lloraba y lloraba como un tonto. Es que Râmakrishna es “mucho maestro” y la prueba esta en la pléyade de discípulos importantes que formo. Y no vallan a creer que Râmakrishna era acartonado y preconcebido, como algunos maestros que hay por allí, todo lo contrario, había que estar muy bien preparado psicológicamente para aceptar a ese Maestro, que mas bien parecía un loco. Se vestía de mujer, se maquillaba y se les sentaba a los discípulos en las piernas, le armaba líos a Vivekânanda por que no venia a visitarlo, se colgaba de los arboles como un mono y todo esto para desarrollar diferentes estados de conciencia y hacérselo desenvolver a sus estudiantes. Sus enseñanzas eran por demás sabias, elocuentes, claras y su pureza inigualable.

Belur Math, donde tuve la escena con las chancletas de Râmakrisha esta al frente un poco mas arriba de Dakshinéswar, atravesando el río Ganges. Por las calles antes de llegar hay muchas ventas de objetos religiosos hindúes, y resaltan a la vista decenas de fotos de todos los tamaños y colores con Vivekánanda guapísimo, en diferentes poses y trajes, como si fuera un artista de cine. Vivekânanda era un digno exponente de la belleza masculina hindú, y así como hay mujeres que son máximas exponentes de la belleza de la Madre Divina, Vivekânanda lo era del Padre Divino. La historia de amor de Vivekânanda con Râmakrishna es algo insólito, inspirador y lleno de sabiduría, de lo que puede ser una relación estudiante-instructor.
Belur Math es una inmensa extensión de terrenos muy espacioso donde hay templos dedicados a Râmakrisshna, su Shakti Sarada Devi y Vivekânanda, todos a orillas del Sagrado Rio Ganges. Es el lugar donde vivió Vivekânanda, el mas brillante de los discípulos de Râmakrishna y consagro este lugar para venerar las cenizas de su Maestro, que las puso al entrar, en el templo mas importante y grande, cuya arquitectura funde elementos de los templos del hinduismo, el buddhadharma, catedrales católicas, y mezquitas. Dentro, como decir en el altar mayor, se encuentra una impresionante escultura de tamaño natural de Râmakrishna en posición de meditación y que parece que tuviera vida, allí están sus cenizas.
Las cenizas de Viviekânanda están en un bellísimo pero pequeño templo, de dos plantas, con dos lindas escaleras simétricas de forma semicircular, que acceden al segundo piso donde están las cenizas de Vivekânanda, con una radiación que le hace a uno recogerse hasta en lo más profundo.
En otro pequeño templo están las cenizas de Brahmananda, el tercero del linaje discipular en dirigir la Orden que inicio Râmakrishna.

Todo muy bello, muy limpio, impresionantemente grande y fastuoso, pero nada mas excelso que las viejas y arrugadas “Chancletas de Râmakrishna”.

Foto: Chancletas de Râmakrishna